
Cuando supe que la Jornada por la Cultura Pinera de este 2019 se la dedicarían sentí dentro una extraña emoción, una alegría resultado únicamente del orgullo de estudiante hacia quien ha demostrado ser un buen maestro en todos los sentidos.
Por eso bien merecido ha sido el homenaje ofrecido en estos días al “profe Bascó”, como solemos llamarle sus aprendices.
Juan Ramón Bascó Díaz es su nombre, un holguinero de nacimiento, pero pinero por “intromisión”, un sentimiento que siente hace algunas décadas cual si fuera oriundo de este terruño.
Quien se define “como un cubano de a pie, sencillo, sensible y entregado a la Revolución hasta el fin de mis días” –como dijera él– inició su trayectoria llena de pasión por el magisterio y la cultura cuando, sin autorización de sus padres, se incorpora a las brigadas de maestros voluntarios tras el triunfo revolucionario, luego de un llamado del Comandante en Jefe Fidel a los jóvenes cubanos.
“Esta es la oportunidad mía de yo hacer algo”, recuerda quien considera este el primer paso verdadero en su vida, “porque cuando tiene lugar algo tan grande como el triunfo de una revolución y que tú no has estado integrando o formando parte de él, te quedas con la insatisfacción del qué puedo hacer”.
Así llegó a la Sierra Maestra, su “primera prueba de fuego y pasando mucho trabajo”. Pero más adelante el arte también lo sorprende y comienza a conjugarlos.
“La cultura a veces se confunde, hay cultura artística y literaria, pero cultura es todo –explica un poco eufórico– por eso siempre estoy vinculándome a ella desde el barrio, la escuela, talleres…”.
Juan Ramón es todo un personaje, con sus cosas y su vocabulario que intenta en todo momento escoger las palabras precisas para no ser malinterpretado, una persona especial que muchos reconocen como el director de Cultura o de alguna escuela, o simplemente “el profe Bascó”, como a menudo le saludan en la calle.
A sus 76 años espera vivir otros 20 y lo hará con mucho más vigor, compromiso y estudiando, porque pretende ser “el primer matriculado para descubrir los secretos de la cerámica” en un curso que abrirá en el venidero año académico.
Entre otras condecoraciones recibió las medallas por la Alfabetización, de la Educación Cubana José Tey, de Maestro Voluntario, Raúl Gómez García, Rafael María de Mendive; y reconocimientos como Vanguardia Municipal de Educación, como fundador de la brigada Hermanos Saíz, Mejor trabajador del centro de superación para la cultura Evangelina Cossío, del cual es profesor y director, y otros otorgados por diseño y escenografía en varias ediciones de las Fiestas Pineras.
Como reconocimiento a su trayectoria y aportes a la consolidación de la cultura pinera se le dedicó también el espacio Alambrada a quien no ha escatimado tiempo ni espacio para fomentar el buen gusto en las jóvenes generaciones.
Y, aunque “estas cosas de homenaje no van conmigo, lo que más me gusta de esto y con tremenda sinceridad es el reconocimiento de las personas en la calle, y me ven, y me besan, y me abrazan, y me felicitan, eso para mí es más grande, porque ese agradecimiento y familiaridad con las personas es importantísimo”.


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